a producción fluctuante y su déficit de predictibilidad es un aspecto fundamental de la producción de cerezas. Esta temporada ha estado marcada por indicadores que hacen temer una cuaja final más liviana; entre estos, el verano con ataques de arañitas y con déficit de agua de riego, las temperaturas elevadas en verano y otoño y la escasez de frío invernal, son factores para tomar en cuenta cuando se plantean manejos de campo en función de lograr un potencial de producción.
Sin embargo, los análisis de yemas mostraron una situación relativamente normal en cuanto a disponibilidad de primordios florales y existen nuevamente varios casos de abundancia de primordios florales sanos (sobre 18-20 primordios por centro frutal), que invitan a revisar y plantearse las opciones de raleo del cultivo.
Considerando lo anterior, hemos considerado oportuno revisar una muy completa investigación que realizamos en conjunto con la Universidad de Washington State, representada por su extensionista Karen Lewis y auspiciada por fondos norteamericanos. Este trabajo fue presentado en la Conferencia de la IFTA (International Fruit Tree Asociation-Asociación Internacional de Árboles Frutales) en el verano de 2012, que fue organizada por nuestra querida Corporación Pomanova en Santiago de Chile.
Para la realidad de Estados Unidos, esta investigación tenía como principal objetivo evaluar el prototipo de un equipo portátil para raleo mecánico, mientras que para nuestra industria y el mundo de la cereza en general, esta temporada se realizó una investigación cuyo objetivo fue evaluar la efectividad de las distintas oportunidades de raleo ofrecidas por el cultivo en cuanto a producción, calidad, mano de obra requerida y costos.
Como sabemos, el riesgo de sobreproducción es particular de cada plantación, donde la variedad, portainjerto, polinización y el aún imponderable clima son los principales determinantes. Sin embargo, aun en años climáticos menos benignos que el actual, la experiencia ha enseñado que hay que temer más a la sobreproducción que a la falta, ya que ésta se cuida sola, sobre todo en el negocio de la cereza.
INVESTIGACIÓN Y RESULTADOS
En dos huertos con historial de raleo, uno de Lapins/Maxma 14 en Sagrada Familia, Curicó, y uno de Sweetheart/Maxma 14 en Romeral, ambos en eje central a 4,5 x 2,5 m, se estudió el raleo manual de yemas, el raleo mecánico con equipo portátil en dos oportunidades dentro de floración (20 y 80% flor), el raleo manual en floración (80%) y el raleo de frutos previo a la etapa 2 de endurecimiento de carozo, post “caída de chaqueta”, 21-22 DDPF. Todos se compararon con un testigo absoluto sin ninguna labor de regulación de carga.


Los tratamientos fueron normalizados en poda invernal y se homologaron en intensidad de raleo, adoptándose la del raleo manual de yemas como pauta para la intensidad adoptada en los tratamientos restantes. Esto significó hacer muchos conteos en las tres parcelas de dos árboles (seis repeticiones) de cada tratamiento.
El equipo para raleo mecánico portátil empleado fue el de la foto 1, cuya batería en forma de chaqueta usada por el operador se carga durante la noche anterior y dura unas horas, por lo que conviene tener doble juego de baterías para una operación en escala comercial mayor.
El cuadro 1 muestra las producciones y tamaño de frutos, ilustrando que todos los tipos de raleo fueron eficaces en estos huertos de bastante fructificidad. Se observa que el raleo de yemas fue el más eficaz, pero el raleo de frutos más retardado también fue eficaz en recuperación de calibre de estos árboles con sobrecarga. Por su parte, las curvas de distribución de calibre resultantes, hablan por sí solas (Figura 1 y 2).

Al analizar la calidad de la fruta en los distintos tratamientos, se puede demostrar que el indicador más afectado son los sólidos solubles (ºB), pero no el durofel como se suele pensar de forma lógica al tener una carga superior (cuadro 2).
Como fruto con “carrera de 100 m. planos y con vallas”, la cereza cuenta con tiempos bastante cortos para diagnosticar, decidir y ejecutar su raleo, que, además, por su pequeño tamaño es altamente intensiva en necesidad de mano de obra.
Por esto cabe recordar que la poda es el primer y más importante raleo del año y que reconocemos que la cuaja es uno de los eventos que guarda la mayor impredecibilidad en el cultivo del cerezo. Además, muchos agricultores temen justificadamente a los accidentes climáticos, argumentando también que tal o cual plantación “se pasma mucho” como para ralear. El problema surge en combinaciones variedad/portainjerto cargadoras y con sobre 18 – 20 primordios por centros frutal, como vuelven a darse este año en varios casos reportados por los análisis de yemas.
Fuente: www.mundoagro.cl